De chiquitito, Nelo cambió varias veces de nombre. La parejita que lo encontró perdido en lo que sería el equivalente del Bronx barcelonés, le puso algo parecido a "Pongo" y él respondía aunque, claramente, las estadísticas no favorecían que coincidiera con su nombre anterior. Yo se lo cambié por Nelo y, con este, llevaba ya tres en solo tres meses de vida (a uno por mes). Creo que esa es ahora la causa de que: lo llamemos como lo llamemos él viene. Responde a Nelo, por supuesto, y Nelucho, a Quillo, Quillito, Kiko, Kirico, Perico, Periquito, Chico, Chiquito, Nen, Nino y ¡Eh, tú! No lo he probado con otros como Nano, Tio, Macho, Machito, etc. pero estoy segura de que respondería. Tú lo llamas y él viene. Fijo!!
El otro dia mi vecina, en un delicioso paseo por el idem de Vilassar de Mar, me recriminaba que le cambiara tantas veces de nombre y apuntaba el peligro de que esa indefinición nomenclativa pudiera provocarle problemas de identidad. Así que al volver de la caminata le pregunté si le molestaba y puso cara de "Bah! Qué problemas os creáis las humanas!"
—El nombre no hace al perro —dijo—y a mi con tu voz ya me basta.
Me emocioné tanto!!!!!
La frase del día: Que demà, que demà, mancarà el fruit de cada pas. per això malgrat la boira cal caminar
Lluis Llach (dedicada a Paz)