jueves, 23 de agosto de 2012

Aumentará la población LGBT de derechas???

El equipo de Breves de Van Guardia siente indignación, enojo y hasta cierto asquito por las manifestaciones del ministro Wert en favor de las escuelas que separan por sexos. Pero... a ver, ¿acaso no sabe que ese tipo de segregación fomenta la homosexualidad??? 
Y que tengamos que ser nosotras quienes se lo recordemos... ya tiene delito, ya.

La frase del día: Los chicos con los chicos tienen que estar. 
                    Las chicas con las chicas han de vivir...
Canción de Los Bravos años 60 (pelín adaptada la letra)

jueves, 16 de agosto de 2012

La ciudad no es para él

Ahora ya es un chico hecho y derecho, con frecuentes problemas de piel que me obligan a tratarlo con Aloe Vera. Al principio, tal como veía el tubo de gel, se escondía debajo de la cama, pero conforme ha entendido que el acto en sí de extenderle el potingue es gustoso, viene sumiso, con la cabeza gacha y se deja hacer. Es muy mono, si se me permite el paréntesis amoroso, porque cuando acabo, me lame la mano no en señal de agradecimiento, sino para chupar el gel que ha quedado entre mis dedos y que le sabe rico.
Bien, a lo que íbamos, que ya es todo un hombrecito. Se queda solo en casa, dentro y fuera en el jardín, y en lugar de destrozarla como hacía al principio, ahora la guarda. A menudo, ladra como un Doberman cuando alguien pasa ante nuestra puerta o se oye un ruido anómalo. Lo único que tenemos todavía en trance de normalizar son sus visitas a la ciudad. Tanto barullo, tanto coche suelto, tanta gente... lo acojona (aunque no tenga desde chiquitín el elemento preciso para desarrollar esa desagradable emoción). Y tantos olores, tanto estímulo disperso lo descoloca muchísimo. Tengo que estar todo el tiempo diciéndole que camine a mi lado y vaya tranquilo. La ansiedad le puede. A cualquier objetivo le llega mucho antes el morro que las orejas, cuando en realidad no tiene objetivo alguno a parte de oler y levantar la patita para liberar la vejiga. En cuanto nos sentamos en la terraza de un bar, se sitúa debajo de la mesa hecho una rosquilla para protegerse y aguanta quieto parado hasta que nos vamos; de cuando en cuando me lanza una mirada suplicante en la que leo el ruego de que volvamos al hogar. Hace el camino de regreso al coche de la misma manera ansiosa, esta vez sí, queriendo llegar a algún sitio, el maletero, y huir de otro, la ciudad. Es un chico recio, sanote (alergias a parte), pero, de todas todas, pueblerino. De Italia y de parte de su tieta Elena, le he traído un arnesito rojo que le da un aire un poco mafioso, pero a él ya le va. Mi intención era ponérselo para ir a la urbe, a ver si así, uniformado, le da por caminar a mi lado a paso de pelotón de artillería (que no está una para tirones). Pero ahora resulta que no le gusta el rojo, que dice que no le queda bien, que parece un feriante, que le da mucha pluma y no sé cuantas quejas más. Y ahí lo tenéis, con los ojos cerrados que ni verse quiere el muy consentido. 

La frase del día: Donde hay pluma hay alegría
Fabulario Les. 

lunes, 13 de agosto de 2012

Se acabó la militancia

Por qué hay tanta patología en el mundo Les es un fenómeno que siempre me ha preocupado. Creo que tiene mucho que ver con la historia de invisibilidad y tragedia que nos ha acompañado -y que tan bien se refleja en la literatura-, con las circunstancias personales de cada una -a menudo, nada fáciles- y con el hecho de que no se enseñe física cuántica en las escuelas. En cualquier caso, la verdad es que estoy un poco harta de que seamos pocas y mal avenidas, de tantos proyectos frustrados por temas emocionales, de que no se respete el trabajo ajeno y se haga gala de una disposición olímpica a la crítica destructiva... 
¿Y qué le ha dado a la Franc? se preguntarán las seguidoras de este blog acostumbradas a la parodia y el antropomorfismo de Nelo. Pues me explico. El otro día en la charla del Circuit Festival Mujeres escritoras, mujeres lectoras en la que participamos Carme Pollina, Txus García y yo, una mujer del público intervino muy airada, con el preámbulo de que no quería ser grosera (signo inequívoco de que iba a serlo) diciendo que el acto había resultado aburrido, que las ponentes no habíamos aportado nada nuevo, que la fórmula unas señoras que hablan como si lo supieran todo y otras que escuchan pasivas está ya muy gastada  y que aquello no respondía a las expectativas del título. Si quisiera marcarme un farol diría que no le contesté in situ por no aprovecharme de la posición de poder que da el estrado, pero, la verdad es que el estupor limita mucho mi capacidad de reacción. Las ponentes decidimos callar y esperar a que reaccionara el público, que, por supuesto, así lo hizo. Pero ahora, calmados los ánimos, sí quiero responder en este medio en el que puede participar (le prometo que no usaré la moderación de comentarios para omitir ídems que no me interesen).
Admito que tiene toda la razón del mundo y que, además, yo no tenía puñeteras ganas de hacer la intervención y eso -como me han dicho- se transmite, pero ¿se ha planteado expresar sus críticas con más afecto que violencia o incluso con humor? Llegan mejor y se evitan tensiones ¿No vale la pena poner un poco de esfuerzo en ello? Por otra parte, me parece injusto que se carguen todas las tintas sobre las tres ponentes que hemos aceptado estar ahí, como en tantísimas ocasiones, de forma desinteresada, por amor al arte y/o por pura militancia. 
Al margen de este consejo que, estoy segura, seguirá, quiero agradecerle a esta señora el empujoncito que me faltaba para decidirme a lo que llevo los últimos años -sobre todo desde que mi salud se deterioró de forma considerable- intentando sin éxito: aprender a decir que no a intervenciones que me aportan poco o, a menudo, nada de nada. Así que, chicas, se acabó la militancia. A partir de este momento, no aceptaré más invitaciones a regalar mi tiempo y mi trabajo y solo asistiré sin caché a actos (emulo aquí la histórica frase de Umbral) en los que vaya a hablar de mis libros.
Es que, veréis, con aguantar mi propia patología Les ya tengo bastante y ponerme chula me aporta más beneficios que dejar de ir a la piscina con mis vecinas, en plan Infidels, porque tengo que preparar una charla para la tarde.
Y que hablen, que hablen de mi divismo, que critiquen con sarna y escarnio; la polémica vende !!

La frase del día: Qué mala es la endivia.
Fábula hortelana


miércoles, 8 de agosto de 2012

Patricia Highsmith sí escribió una historia de amor

Háganse a la idea de la escena: playa de Sabaudia, al sur de Roma, diez de la mañana, el mar agitado, la sombrilla abireta (claro), una familia multireproductiva y mayoritariamente panzuda tan cerca que hemos tenido que retirarnos, niños jugando a las palas, una niña que llora por un revolcón de las olas, vendedores ambulantes procedentes de África o de Bangladesh (solo una mujer entre ellos) ofreciendo todo tipo de objetos... en fin, vacaciones. A mi lado, mi amiga Nadia Pizzuti, escritora, periodista y cineasta, lee en las páginas culturales de La República una entrevista de Elena Stancanelli (notoria escritora italiana) a Enrique Vila-Matas. Me ha preguntado por él y, como es su costumbre, ha bromeado en cuanto a si es, igual que yo, un escritor catalán en lengua castellana. "¡Ni punto de comparación! -le he dicho-. Él es un escritor de verdad, muy culto, valorado, de opiniones inteligentes. Yo, en cambio, no soy más que una cómica de la pluma". Y seguimos disfrutando de esa playa de arena fina que se te mete por todas partes; nuestros cuerpos -algo ajados ya- en bikini, acribillados ambos de picaduras de mosquito y el mío, además, decorado con moratones por una fragilidad capilar que se agrava con el calor... y, de pronto, el bucolismo de la escena se interrumpe, Nadia emite un grito ahogado, se le erizan los rubios cabellos... "Ma, che cosa ha suceso?", le pregunto en mi itañolo casi perfecto. Ella, con visible indignación, me lee el motivo de su sobresalto: Stancanelli le pregunta a Vila-Matas: "Hay algún escritor del cual habría deseado leer una historia de amor y, en cambio, nunca la ha escrito?" El entrevistado responde: "Patricia Highsmith".
¡¡No me lo puedo creer!! En 1952, Highsmith escribió una de las más bellas historias de amor entre dos mujeres que se han publicado en toda la historia de la literatura. Sus editores le recomendaron no firmarla con su nombre ya que podía afectar a su carrera. Apareció con el título de El precio de la sal y con el seudónimo Claire Morgan. Tres décadas más tarde, cuando era ya reconocida como la gran dama del género negro, se publicó con su verdadero nombre y el título con el que la conocemos: Carol. Para más actualidad, se ha sabido que Cate Blanchett y Mia Wasikowska darán vida a sus personajes en una próxima película que dirigirá John Crowley.
¿Y todo un Vila-Matas no se ha enterado de ello? Porque no puedo imaginar que no vea en esa novela una historia de amor. ¿O será que no la ha leído? ¿O es que no considera el amor entre mujeres digno de ser reconocido como tal?
Señor Vila-Matas, si por casualidad lee este mísero blog, le invito a tener una conversación distendida y sincera sobre el tema. Necesito que me lo aclare. 

La frase del día: Es que ni en vacaciones puede una bajar la guardia, eh?
La Franc